Si
bien, a mediados de setiembre, se aprobó, promulgó y publicó la Ley que deroga
el aporte obligatorio de los trabajadores independientes (Ley 30237), el debate
que surgió en torno a la conveniencia del aporte de estos a un sistema
pensionario viene siendo más que interesante en cuanto a ideas, planteamientos y posiciones. Tan es
así que creemos que vale la pena comentar algunas en este espacio.
Bien
en el fondo ¿todos somos liberales?
Una
idea que surgió en algunos medios de comunicación y en las redes sociales cuando
los trabajadores independientes protestaban contra la obligatoriedad de sus
aportes a la ONP[1]
o a una AFP[2],
fue la que sostenía que detrás de la protesta subyacía un espíritu liberal.
Así, a decir de algunos, el Estado, al imponer dicha obligatoriedad, hizo salir
al liberal que todos llevamos dentro.
En
nuestra opinión, este planteamiento revelaba, por decir lo menos, un entusiasmo
infantil en los conquistados ideológica y espiritualmente por el liberalismo.
Desde nuestro humilde punto de vista, en la protesta no había nada que tenga
que ver con convicciones o posturas ideológicas, sino que reflejaba una simple
y llana disconformidad con la afectación de lo que más le duele a la mayoría de
las personas: los bolsillos. Una molestia comprensible ya que los aportes a los
que estaban obligados los trabajadores independientes los dejaban con menos
plata para gastar y disponer a su antojo.
Decimos
esto porque somos unos fervientes convencidos de que las personas, en su gran
mayoría, con el fin de beneficiar o defender sus bolsillos y/o intereses es
capaz de declararse anarquista, liberal, socialdemócrata, socialista,
comunista, etc. Inclusive, con dicho fin, las personas pueden ser un día
socialista y al siguiente liberal o, lo que es peor, ser al mismo tiempo
liberal y socialista, y, tal vez, alguna otra cosa más. Los políticos y
politicastros de nuestro país son los ejemplos más notables y patéticos de este
vaivén.
¿Todos
somos racionales y que por eso guardamos pan para mayo?
Otra
idea que muchos jóvenes y aguerridos liberales fue la que afirmaba que no era
necesario obligar a hacer aportes con fines previsionales a los trabajadores
independientes ya que las personas son lo suficientemente racionales y
responsables para ahorrar e invertir por propia iniciativa con el fin de no
pasar penurias económicas en su vejez, es decir, cuando no puedan trabajar o
les sea más difícil encontrar un empleo.
Pues
bien, esta posición, sin ningún sustento empírico, fue rápidamente refutada por
otros expertos con similares posiciones ideológicas. Y es que existen estudios
y evidencia que indica que las personas no suelen ahorrar para su vejez.
Pero,
además, habría que agregar que, en caso aceptemos que las personas tienen
incentivos para realizar el referido ahorro, los trabajadores independientes
que podrían hacerlo motu proprio
serían los que perciban ingresos más o menos importantes (creemos que, en el
país, estos serían una minoría), ya que estos les permitirían tener excedentes
una vez cubiertos sus gastos necesarios y banales. En contraste, los
trabajadores que a duras penas tienen ingresos para sostenerse a sí mismos y a
sus familias o los que tienen un excedente poco considerable, difícilmente tienen
la capacidad de ahorrar por más que lo deseen o estén predispuestos
“genéticamente” para ello.
¿la
reforma de los sistemas de pensiones?
Otra
de las ideas que surgió fue la que propugnaba la reforma integral de los sistemas
público y privado de pensiones. Este planteamiento nació debido a que algunos
expertos en materia previsional pusieron de relieve que la situación y las
condiciones de ambos sistemas eran desventajosas y poco atractivas para los
trabajadores (considerando que la masa laboral la conforman no solo los
dependientes e independientes, sino también los informales), basta recordar que
el sistema nacional de pensiones no se puede autofinanciar con los aportes de
los trabajadores, como debería ser, y que el sistema privado se encuentra
cuestionado por las altas comisiones, la baja rentabilidad, una discutible
fórmula para repartir los fondos dentro del periodo de vida del trabajador
jubilado y por pensiones insuficientes
Desde
nuestro punto de vista, esta es la única idea valiosa surgida de la polémica
del aporte con fines previsionales de los trabajadores independientes.
Así
pues, creemos que se necesitaría una reforma integral que incluya a
absolutamente todos los trabajadores (dependientes, independientes e
informales) y, por lo que tenemos entendido, la misma ya se ha puesto en agenda
en la Comisión de Trabajo del Congreso. No podía ser de otra manera debido a
los numerosos proyectos de ley que se han presentado sobre el tema.
Además,
desde varios espacios ya se han lanzado algunas propuestas más que interesantes.
Por ejemplo, la del reconocido laboralista Javier Neves Mujica, profesor
principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que plantea un
sistema de pilares: el primero, público, de reparto, con solidaridad, que
garantizaría una pensión mínima; el segundo, privado, de capitalización
individual, que proporcionaría una pensión adicional a la mínima; los dos serían
con afiliación y aportación obligatorias. Otra propuesta es la de Fernando
Cáceres de la asociación civil Contribuyentes por Respeto que plantea utilizar
parte del Impuesto General a las Ventas para fines previsionales y reducir el
Impuesto a la Renta al trabajo formal con el fin de combatir el empleo informal.
El debate se inicia y esperemos que concluya con un mejor sistema de pensiones.
Los trabajadores se lo merecen.
[1] Siglas de la Oficina de
Normalización Previsional, entidad estatal encargada de la administración del
Sistema Nacional de Pensiones (régimen público).
[2] Siglas de lo que vendrían a
ser las Administradoras de Fondos de Pensiones. Empresas privadas que, en
Sistema Privado de Pensiones (régimen privado), compiten entre sí por
administrar los aportes los trabajadores con fines previsionales cuando estos
han optado por pertenecer al referido sistema.
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